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Una de las experiencias mas transformadoras de mi vida fue completar un curso de yoga en India, específicamente el Yoga Teacher Training de 200 horas. Lo que lo hizo aún mas especial fue que este curso, tradicionalmente ofrecido en inglés, ahora estaba disponible en español, algo que no se encuentra fácilmente en India.
En este artículo, quiero compartir con vos, cómo fue esta increíble aventura y qué puedes esperar si decides emprender este viaje hacia la sabiduría ancestral del yoga en su tierra de origen.
Luego de haber practicado yoga durante varios años, decidimos con mi novio, aprovechar nuestro viaje a India para hacer algún curso relacionado con esta disciplina y de esta manera comenzamos a buscar algún lugar donde concretarlo.
Uno de los requisitos que teníamos a la hora de la búsqueda era que el curso de yoga en India sea impartido en español.
De esta manera empezamos a googlear, y consultar en varias escuelas de yoga en India, pero había muy pocas que brindaran el curso en español, por lo que nuestras opciones se reducían bastante. La mayoría de los centros de yoga en India que realizan estos cursos, incluyen el alojamiento y las comidas.
Dentro de las opciones de cursos de yoga (YTTC) en español en India, encontramos las siguientes opciones:
Finalmente, comparando las opciones que habíamos encontrado, decidimos llevar a cabo nuestro YTTC en Sampoorna Yoga, ya que el año pasado ya habíamos estado bastante tiempo en Rishikesh, y a la ciudad de Khajuraho, ya la conocía y no me tentaba tanto pasar una temporada allí.
Si bien el precio de este curso era un poco más elevado que otras escuelas, preferimos este lugar, principalmente porque el curso era en español, por los comentarios, por las instalaciones y la ubicación.
Y sin dar muchas más vueltas, decidimos reservar y comenzar a organizar esta aventura. ✈️🤸🏾♀️
Una vez reservado el curso y abonada la seña, desde el centro de yoga, nos habilitaron un módulo online, en donde podíamos ver el manual con el contenido del curso, videos explicativos de la asignatura de anatomía y varias clases de yoga (Ashtanga Vinyasa, Vinyasa Flow y Yin Yoga).
También, nos enviaron información sobre los requisitos necesarios para entrar a India y recomendaciones para empezar el curso.
Para llegar a India, nos tomamos un vuelo desde Buenos Aires (Argentina) hacia el Aeropuerto Internacional de Mumbai (India), y pasamos un tiempo recorriendo otras ciudades para empezar a aclimatizarnos al país.
Luego, nos tomamos un vuelo doméstico hacia el Aeropuerto de Goa (GOI), y aprovechamos para recorrer un poco Goa, que es bastante grande y tiene muchas zonas para visitar (como el barrio de Fontainhas, la zona de Old Goa, Cola Beach, la playa de Palolem).
Moverse en Goa es bastante sencillo.
Para distancias largas, donde te tengas que mover con el equipaje, te recomiendo utilizar los taxis, que son muy económicos (si los contratas sin intermediarios). Otra alternativa más barata, pero menos confortable y menos rápida, son los buses locales.
Para las distancias cortas y sin mucho equipaje, te aconsejo optar por los tuk tuk y las scooter, que podes alquilar en cualquier lugar.
👉 En caso de que por alguna razón no quieras estar organizando estas cuestiones vos mismo, desde el curso de yoga, seguramente, estarán encantados de ayudarte con estas cuestiones.
Una vez llegados a Sampoorna, llenamos unos formularios, realizamos el pago del restante y luego, nos dieron unos regalitos (2 remeras blancas con el logo del lugar, el manual impreso, un jala neti y una botella para agua).
Después nos llevaron a nuestra habitación. Había dos estilos de habitaciones: las cabañas Sampoorna y las casitas Anaya. Había habitaciones individuales, dobles y para compartir entre 4 alumnos. El precio del curso disminuía si compartías la habitación.
Nosotros elegimos la cabaña Sampoorna, la cual tenía una cama doble (que en realidad eran dos camas individuales juntas), mosquitero, mesitas de luz individuales, un armario amplio (con varias perchas), muchos estantes para acomodar ropa, un escritorio con velador, aire acondicionado y ventilador. El baño era privado para nosotros, y era bastante sencillo pero funcional. La ducha tenía buena presión y con agua bien caliente. Nos proveían de sábanas, toallas, papel higiénico y agua filtrada para beber. También contábamos con buena señal de wifi dentro de la cabaña.
La limpieza de la habitación se llevaba a cabo 2 veces por semana, generalmente los martes y viernes ó sábados.
El lugar también contaba con una piscina bastante grande, ideal para un chapuzón entre las clases y aplacar el calor de India.
El curso incluía alojamiento y todas las comidas. Con todas las comidas me refiero a desayuno, almuerzo y cena (todos los días, a excepción de la cena del sábado y el almuerzo del domingo).
Estas comidas se servían en el comedor del lugar, bajo la modalidad self-service y eran todas opciones vegetarianas, y dentro de todo saludable. Había alternativas de gluten free y sin lactosa.
El desayuno era siempre lo mismo, pero había mucha variedad. Por ejemplo, había frutas (papaya, ananá, sandía), yogurt, porridge, muesli, tostadas, y siempre había alguna opción de desayuno indio que muchas veces estaba muy bueno. Los desayunos de los sábados y domingos se le sumaban panqueques, que eran deliciosos (Yuumm).
Durante los almuerzos, generalmente, se encontraban opciones más occidentalizadas, como falafel, sándwiches, hummus, ensaladas.
Las cenas eran más al estilo indio. A la noche por ejemplo servían diferentes tipos de dal, biryani, pulao, verduras salteadas, alguna sopa del día y chapatis. Generalmente, había algún postre. Cuanto más cerca del fin de semana, mejores eran los postres.
El desayuno se servía a las 9 a.m. El almuerzo, a las 13 hs. Y la cena a las 19 hs.
También, durante el curso nos brindaban un aperitivo de media mañana a las 8 a.m. y una pequeña merienda, alrededor de las 17 hs. Estos “tentenpies” consistían en té de hierbas o chai, con galletitas y trocitos de banana. Todo muy rico.
Puedo decir que comimos muy bien durante el curso de yoga en India.
La noche anterior a comenzar el primer día del curso, se llevó a cabo una breve reunión y cena de bienvenida con los profesores, que nos fueron explicando cómo se desarrollaría el curso y algunas cuestiones en general.
La mañana siguiente, a las 6.30 hs. se llevó a cabo la ceremonia del fuego, ritual por el cual se invoca a lo divino para un comienzo auspicioso. Durante este ritual, se ofrecen al fuego hierbas aromáticas medicinales, ghee y cereales; y se recitan oraciones y mantras. Para la ocasión, había que vestirse de blanco. Durante la ceremonia te daban un collar con flores frescas, una pulserita de hilo sagrado y te pintaban el bindi a la altura del tercer ojo.
“El yoga es el camino a la autorealización.”
Yoga-Sutras de Patanjali
Mi día comenzaba a las 6 a.m. para una clase de yoga (algunos días de Ashtanga y otros de Vinyasa Flow) en compañía del amanecer. Luego, seguía la práctica de pranayamas y meditación. Y finalmente, a las 9 am, desayunábamos.
Teníamos un breve recreo hasta las 10 am, momento en el cual comenzaban las clases. Entre las asignaturas que teníamos, estaban: Anatomía del yoga, Filosofía del yoga, Técnicas de enseñanzas y Alineamientos y ajustes. De 10 a 13 hs teníamos clases y luego cortábamos para almorzar.
Luego del almuerzo, teníamos un descanso un poco más largo, pero que muchas veces teníamos tareas que hacer y utilizábamos este tiempo para esos fines. A las 16 hs, teníamos que volver a la shala para tener clases. A las 17 hs teníamos otra clase de yoga.
Algunos días, a las 18 hs, teníamos taller de posturas, en donde nos quedábamos para consultar sobre asanas que no hayamos visto o dudas en general.
A las 19 horas se servía la cena.
Y dos días a la semana, teníamos el satsang que consistía en una especie de charla distendida con el profesor de filosofía sobre algunos temas que surgían espontáneamente, o bien, se hacía algún tipo de meditación o ejercicio. Si bien, la mayoría de los días, llegaba a ese horario cansadísima, considero que fue muy nutritivo haber participado de esas charlas nocturnas.
Los fines de semana eran un poco más relajados en cuanto horarios. Los días sábados teníamos la clase de yoga a la mañana, luego pranayama y meditación. Después de desayunar, siempre proponían algún taller especial hasta las 13 hs. El sábado a la tarde y el domingo completo, lo teníamos libre para hacer lo que quisiéramos (pero bueno, siempre había alguna tarea que hacer o alguna clase que preparar).
“Cuanto más controla la mente, más se libera de las cadenas del sufrimiento.”
Yoga-Sutras de Patanjali
El curso que nosotros tomamos impartía clases de Ashtanga Vinyasa, de Vinyasa Flow y Yin yoga. Así como también de Pranayama y Meditación.
Con respecto a Ashtanga Vinyasa, se enseñaba la primera serie de K. Pattabhi Jois y de manera reducida. Si bien en el módulo online explicaban la serie completa, en la práctica solo hacíamos una versión más corta. Las primeras clases de Ashtanga fueron guiadas, ya que había muchas personas que nunca habían practicado esa serie. Luego, las clases comenzaron a dictarse al estilo Mysore, donde cada practicante hace la serie al ritmo de su respiración y las profesoras solo realizan ajustes.
En Vinyasa Flow, eran clases muy variadas, ya que cada clase estaba destinada a trabajar con algún chakra en concreto. También hicimos clases de Kundalini yoga y yoga en parejas.
A lo largo del curso, tuvimos dos clases de Yin Yoga, que vinieron muy bien para relajar el cuerpo de tanta actividad.
En las clases de pranayama y meditación, comenzábamos haciendo ejercicios de respiración para luego culminar en algún tipo de meditación. Esta clase duraba 45 minutos en total.
Todas las clases se llevaban a cabo en una shala, situada en lo alto de una colina, con mucha vegetación, familias de monos, pájaros y libélulas, con hermosas vistas al mar y al atardecer, lo cual hacía más linda la experiencia.
El examen final
Al finalizar la tercera semana del curso, comenzamos a prepararnos para el examen final, que consistía en tres partes:
Dar una clase de Vinyasa Flow a tus compañeros
Esta evaluación consistía en que teníamos que dar una clase de 20 minutos al resto del grupo (sin savasana).
Esta clase la fuimos preparando a lo largo de las semanas que duró el curso y la profesora, previamente, chequeó la clase que cada uno pretendía dar al grupo.
Examen sobre la primera serie de Ashtanga Vinyasa de Pattabhi Jois
En esta evaluación, cada uno iba sacando un papel de una caja, cada uno tenía el nombre de alguna postura de la primera serie de ashtanga en sánscrito. El que sacaba el papel, tenía que elegir a algún compañero para que haga la postura y realizar los ajustes correspondientes y responder algunas preguntas orales.
Examen teórico de todas las materias en general
Desde un principio, todos los profesores nos habían pintado el examen teórico como muy sencillo, pero que teníamos que estudiar. Quizás, subestimé el examen y pensé que sería más fácil de lo que me pareció. Consistió en un múltiple choice con varias preguntas (Eran aproximadamente 30 preguntas). Algunas preguntas eran fáciles, y otras me parecieron muy capciosas. Afortunadamente, todos rendimos muy bien.
Luego del último examen (que, en nuestro caso, fue el examen teórico), se llevó a cabo nuevamente la ceremonia del fuego, para poner un cierre a todo el curso, y posteriormente, se hizo la entrega de los diplomas, y una pequeña merienda para todos los graduados y profesores. Allí, nuevamente nos hicieron entrega de un collar de flores, de la pulsera de hilo, nos pintaron el bindi y nos regalaron una taza con la foto del primer día.
Posteriormente, nos hicieron entrega del certificado de yoga, el cual te permite enseñar yoga en cualquier parte del mundo y a su vez, es reconocido por Yoga Alliance USA, en caso de que te quieras registrar con ellos.
Luego, fuimos caminando a la playa para ver el atardecer y que el fotógrafo nos tome algunas fotos. Fue un momento muy emotivo, luego de tanto esfuerzo y disciplina durante varias semanas.
El check out estaba previsto para la mañana siguiente de la graduación, pero muchos de los alumnos decidimos quedarnos a descansar uno o dos días más.
Esta reflexión final, la estoy escribiendo a seis meses de haber finalizado el curso de yoga en India, y ahora que, estoy fuera de la experiencia, puedo decir que todo lo vivido fue una de las mejores cosas que hice en éstos últimos años.
Realizar este curso, me ayudó en muchos aspectos de mi vida, ya que comencé a ser más consciente de mi cuerpo, de mi respiración, de mi energía, de mis pensamientos, emociones y también, de mis valores. Obviamente, no es que me convertí en un monje zen, ni en un swami, ni mucho menos. Pero, si puedo decir que fue el empujoncito que necesitaba para comprometerme más con mi práctica y adoptar al yoga como un hábito en mi vida, dentro y fuera del mat.
Si bien, en muchos momentos el curso se me hizo duro, tanto por el cansancio físico como por las emociones que surgen, siento que aprendí y evolucioné mucho gracias a esta experiencia.
A su vez, conocí a muchas personas increíbles con quienes compartí muchas charlas y hermosos momentos. Disfruté mucho de la experiencia de aprender y hacer yoga todo el tiempo. Me alimenté de manera saludable y adquirí buenos hábitos. Experimenté pasar un buen tiempo en India, relacionándome con la gente local y sus costumbres. Y por sobre todo, comencé a ver al yoga desde una perspectiva más amplia, más allá de lo físico, en donde no solo hay una postura a la cual llegar.
Y de hecho, para ser sincera, se me dificulta mucho expresar con palabras todo lo que significa, hoy en día, el yoga para mí. Pero estoy segura de que a nadie le será indiferente o indistinto haber realizado un curso de este estilo, y es por eso, que recomiendo a quienes resuenen con la idea, a que se animen a hacer este salto cuántico a través del yoga, indistintamente de la parte del mundo en donde decidan hacerlo.
“El yoga nos enseña a estar presentes y a vivir plenamente cada momento.”
Yoga-Sutras de Patanjali
Espero que esto te haya sido de utilidad, y estoy encantada de leer tus comentarios y preguntas! Soy toda oídos 👂🧘🏻♀️
Gracias, gracias, gracias
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