Viajar con tiempo • Me llamo Yanina Burns y soy el ser vivo viajero detrás de las historias de De Gira Por el Mundo.

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Dormir en un templo en Koyasan: Mi memorable experiencia en un shukubo en Japón

Durante nuestro viaje por Japón en el 2025, decidimos vivir una experiencia espiritual y diferente: pasar una noche en un shukubo, un alojamiento tradicional dentro de un templo budista. El lugar elegido fue Koyasan, una ciudad sagrada en la montaña que es considerada la cuna del budismo Shingon y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Estábamos celebrando el cumpleaños de mi novio, así que queríamos que fuera algo especial… y definitivamente lo fue.

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Cómo llegar a Koyasan

Para facilitar el viaje, compramos el Koyasan World Heritage Pass, por 2 días, que se consigue en la estación de Namba (Osaka), el cual incluye todos los transportes ida y vuelta de Osaka-Namba hasta Koyasan y los buses locales. Y además, es válido por 2 días (ideal si quieres pasar una noche allí).

Desde Osaka tomamos un tren (con combinación en Hashimoto) y desde allí subimos en un teleférico que atraviesa las montañas hasta llegar a esta mágica ciudad. 

Una vez en la estación final del teleférico, tomamos un autobús local que repartía a los turistas a cada templo de Koyasan.  Nosotros nos hospedamos en el Ichijo-in Temple, el cual reservamos con anticipación a través del email del templo.

Todo está muy bien señalizado, los choferes avisan en qué parada bajarse, y el transporte funciona muy bien aunque no con demasiada frecuencia: cada 20 minutos aproximadamente.

Primera impresión y recorrido por Koyasan

Al llegar al templo no pudimos hacer el check-in todavía porque era antes de las 15 hs, pero nos permitieron dejar las mochilas.

Aprovechamos ese tiempo para recorrer la ciudad, y lo primero que fuimos a visitar fue el impresionante Okunoin, el cementerio más importante de Japón.

Hay dos formas de recorrerlo: una es bajarse unas paradas antes del cementerio y hacer todo el recorrido a pie por los senderos (muy recomendable si tenés tiempo), y la otra es llegar directamente a la entrada principal, como hicimos nosotros.

Es un lugar profundamente espiritual, lleno de cedros milenarios, lápidas cubiertas de musgo, y una energía muy especial. Fue uno de los cementerios más impactantes que visité, y eso que me gusta recorrer cementerios por lo que transmiten.

Después de ese paseo místico, volvimos al templo para hacer el check-in.

La estadía en un templo en Koyasan

El recibimiento fue muy amable. La habitación era preciosa, con detalles japoneses cuidados, muy limpia, equipada con baño privado (aunque las duchas eran compartidas al estilo onsen, separadas por género).

Nos ofrecieron la yukata, el kimono tradicional, y nos explicaron cómo sería la ceremonia de la mañana siguiente.

También nos contaron que justo esa noche se celebraba un evento muy especial: la ceremonia en conmemoración del día en que Kobo Daishi, el fundador del budismo Shingon, alcanzó la iluminación. Esta ceremonia solo ocurre una vez al año, así que fue un regalo inesperado poder presenciarla.

Nos llevaron al templo principal, donde se abrían puertas que permanecen cerradas el resto del año. Adentro había un altar y algunas imágenes sagradas. El ambiente era solemne y lleno de respeto. Incluso nos permitieron volver a entrar una segunda vez para quedarnos unos minutos más en silencio, conectando con la energía del lugar. Los templos iluminados por la noche creaban una atmósfera realmente mágica.

Cena vegetariana y descanso

La cena fue tradicional shojin ryori, una cocina budista vegetariana con distintos platitos: tofu, tempeh, verduras encurtidas, sopa, arroz y una frutilla como postre. Aunque somos vegetarianos, honestamente no fue de nuestras comidas favoritas. Los sabores eran suaves, sutiles, y para mi gusto todo empezaba a saber un poco parecido. De todas formas, la presentación y el esfuerzo del templo eran impecables. Después de cenar, vinieron a armar nuestros futones: colchones finos colocados directamente sobre el tatami, muy cómodos y limpios.

La ceremonia matutina

Al día siguiente nos levantamos bien temprano para asistir a la meditación de los monjes a las 6:30 am. Nos ubicaron en una sala con sillitas y nos dieron un cuadernillo con los cánticos. La ceremonia consistió en una serie de mantras cantados por varios monjes. Me sorprendió lo poderosa que fue la experiencia: nunca había estado en una ceremonia tan íntima y prolongada. Cerré los ojos y me permití entrar en un estado meditativo, dejándome llevar por el sonido profundo de las voces. 

Al volver a la habitación, nos trajeron el desayuno, bastante similar a la cena. Ya no me entusiasmaba tanto la comida, así que comí lo que pude, y después nos fuimos a tomar un matcha a otro local de la zona.

Algo a tener en cuenta es que los baños (el onsen compartido) solo están disponibles a partir del mediodía, así que esa mañana no pudimos ducharnos.

Reflexiones y consejos

La experiencia de alojarnos en un shukubo en Koyasan, nos resultó un poco cara. Pagamos alrededor de 400 usd entre los dos, incluyendo cena y desayuno tradicional, alojamiento en una habitación al estilo japonés y la posibilidad de participar en las prácticas matutinas con los monjes. 

Sabíamos que no era una experiencia económica, pero en nuestro cas0 decidimos priorizarla porque nos interesaba vivenciar, desde adentro, algo del mundo espiritual japonés.

Para quienes sienten afinidad con el budismo, o les atrae la posibilidad de presenciar cantos matutinos y meditar con los monjes, o simplemente sentir la energía única del lugar, creemos que vale totalmente la pena.

Ahora bien, si no te interesa particularmente este tipo de vivencia espiritual o monástica, quizás no lo veas como algo imprescindible. En este caso podrías visitar Koyasan en el día y disfrutar de su atmósfera mágica, sus templos, su cementerio milenario y su entorno natural, sin necesidad de alojarte allí. 

Nos pareció una ciudad muy especial, con una energía silenciosa, casi fuera del tiempo. Pero sin dudas es un destino que se disfruta mas si uno conecta con el interés por la práctica del budismo zen, que es un poco diferente al budismo mas popular que puede verse en otras zonas de Asia.

Además, la zona de Koyasan tiene mucho para ofrecer: tiendas de recuerdos, tés, inciensos de excelente calidad y muchísimos templos para recorrer. Hay comida vegetariana disponible, aunque no en todos los restaurantes, y el ambiente es ideal para quienes buscan naturaleza, espiritualidad y tranquilidad.

Sin lugar a dudas, Koyasan es uno de los lugares más bellos que conocimos en Japón. Silencioso, místico y lleno de historia. Si tenés interés por la cultura japonesa, el budismo o simplemente querés hacer una pausa del ritmo acelerado del viaje, este lugar es un regalo.

Gracias por leer!

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